Cuando se hunde el Titanic

Michael Ruppert, en Collapse, me da una buena razón para reducir la cantidad de sobremesas evangelizadoras en mi día a día.

Suponiendo este sistema como contrarío a las leyes de la naturaleza y avocado al fracaso ecológico, y considerando la tierra como una nave espacial de la que no nos podemos bajar, la situación viene a ser un poco como la del Titanic.

En el momento en que te das cuenta de que el barco se hunde, y de que no hay botes salvavidas para todos, es posible que encontraras entre los pasajeros tres actitudes:

Una de negación: Esto es el Titanic, esto no se hunde, vamos al bar a tomar algo.

Una de indecisión: ¿Se hunde? ¿No se hunde? ¿Qué hacemos?

Y una de determinación: Esto se hunde pero no con nosotros dentro.

Sabiendo como acabará la historia, está bastante claro con quien unir esfuerzos. ¿O no?

Aquí estamos los convencidos si alguien más se quiere unir y, mientras tanto, disfrutemos de sobremesas menos airadas.