Aquí, mejor que en ningún Lao
Sorpresa, sorpresa… la que nos hemos llevado al llegar a la capital de esta antigua colonia francesa, que no obtuvo más beneficio del país de Antoine que la gloriosa baguette (el mejor invento gabacho después de la liberté, egalite,…)
Después de un apasionante viaje en un autobus con aire acondicionado ‘solo para turistas’ de esos tan tipicos de Tailandia (no os imaginais lo tristemente fácil que es viajar por aquí) hasta la Vientiane, decidimos escapar de la corriente de mochileros dirección Vang Vieng y descubrir algo del recién alcanzado país en su ciudad capital.
La costumbre parece ser poner el pie aquí sólo para cambiar algo de dinero y seguir hacia el norte ya que aquí no hay nada interesante que hacer, es decir, rafting, tubbing, consumo de drogas, calles llenas de bares, sitios donde te hacen la colada, habitaciones muy baratas y poca vidilla local.
No vayais a pensar que todo eso no nos gusta, porque la verdad es que, en breve, nos dejaremos caer por allí, pero también es verdad que de eso también esta lleno Tailandia y al final te queda la sensación de haber vivido en un parque de atracciones y no en un país del sureste asiatico.
La cuestión, para dejarme de rollos, es que hemos estado solo dos días en esta ciudad y ya nos vamos. No por aburrimiento, si no por miedo a que mañana todo parezca un sueño.
Hoy ha pasado a ser uno de los días dignos de recordar. Viaje en bicicleta, porque gracias a Dios, aquí se puede ir en bicicleta sin correr grave riesgo. Gente amable, que casi no sabe hablar inglés, pero que pone todo su empeño en hacer lo mejor. Buena comida, con fantasticas magdalenas y bollos como complemento a las sopas de fideos. Meditación y sauna aromática en un templo escondido entre árboles. Charla con jovenes lugareños. Barbacoa individual en un bar típica y atipicamente asiático. Y paseo por la orilla del Mekong, que aquí esta bastante mejor que a su paso por camboya.
Para acabar, mails que da gusto leer.
Para que más…