Con la comida no se juega.

A Sander le dejamos jugar y mucho.

Los niños aprenden jugando y aunque haya que fregar la cocina después de cada sesión, merece la pena ver cómo disfruta con su cuchara-catapulta cuando intenta llevarse el arroz a la boca.

Pero los mayores deberíamos tomarnos más en serio este tema, sobre todo si se trata de jugar con la comida que les falta a otros.

Acabo de leer el artículo de Esther Vivas: Hacer negocio con la comida, que no hace sino recordarme que nuestro sistema agroalimentario está pensado para producir dinero en lugar de para producir comida.

Algunos datos que no deberíamos olvidar:

  • En crisis alimentaria del año 2007 y 2008 aumentaron espectacularmete los precios de los cereas haciendo llegar a 925 millones el número de personas que pasan hambre.
  • Sin embargo la producción de alimentos crece a un ritmo mayor que el de la población mundial (2% frente a 1.1%).
  • ¿Cómo es posible que suba el precio si hay cada vez más comida? Porque con la explosión de la burbuja inmobiliaria el dinero se movió a hacia el mercado de futuro alimentarios haciendo subir el precio.
  • ¿Quién se beneficia? Se benefician los intermediarios. Las empresas que mueven el trigo a nivel mundial como Cargill, Bunge o ADM.
Realmente tenemos que dejar de jugar con la comida, a menos que sea para hacer esto:
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