por Amador
Dado que esta Asociación fue concebida e impulsada por gente concienciada, desde el primer momento comenzó a funcionar con los criterios de altruismo y de plena confianza que por ese motivo nos caracterizaban aunque desde el primer momento pensáramos que si el proyecto crecía y entraba gente “de la calle”, es decir, mal educada por un Sistema en el que el egoísmo y la desconfianza son dos de sus principales negocios, no íbamos a tener más remedio que replantearnos este tipo de relación.
Pero hete ahí que tras casi tres años de funcionamiento y un aumento considerable en el número de socios seguimos en las mismas, (supongo que fliparíais cada uno al llegar y ver que cada socio se pesaba sus naranjas y su crema de cacahuete o se rellenaba su factura sin más control que el de su propia conciencia), y eso es posible porque en el fondo todos estamos cansados de un sistema de valores impuesto, humanamente insatisfactorio y agradecemos un Espacio en el que poder relacionarnos de acorde a nuestra más íntima condición.
El caso es que este hecho ha ocasionado el que se haya ido extendiendo por la Asociación un sentimiento corporativo mezcla de honradez, integridad e incluso ciertas dosis de orgullo que nos anima a respetar estas pautas e incluso a defenderlas. Todos queremos que estos criterios continúen como están. Yo, particularmente, no quepo en mi de gozo porque esto aporta al Proyecto una entidad que no estaba prevista aunque al tiempo me preocupe el que si en nuestro crecimiento, en algún momento tuviéramos que ceder ante este nuevo nivel de pretensiones, que la gente más luchadora se desilusionase en cierta medida y que a consecuencia de esto se tambalease el proyecto originario aunque no sea tan integral.
Otra cuestión que me preocupa al respecto es que se había calculado en un principio que el propio crecimiento, (el aumento de cuotas), iría posibilitando la paulatina profesionalización de la Asociación y minimizando su dependencia de un instrumento tan inestable como es el voluntariado pero ahora resulta que ante el nuevo reto de mantener este Espacio en el que nos encontramos tan a gusto este planteamiento podría resultar contraproducente al favorecer la relajación de los socios y restituirlos al viejo hábito nefasto del delegar en los demás las cuestiones que nos importan de verdad.
Ante todo ello se me ocurre que quizá el camino sensato fuere el profesionalizar en lo posible las tareas tecnico-burocráticas de la Asociación, (incluso el embolsado), con lo que su subsistencia quedaría asegurada, y derivar el voluntariado hacia quehaceres de sensibilización, concienciación y hasta movilización por nuestro derecho a la Soberanía Alimentaria que poderosos intereses económicos pretenden arrebatarnos y sin la cual proyectos como el nuestro no tendrían nada que hacer.
En el curso que algunos compañeros hemos recibido este fin de semana sobre Consumo Responsable nos han advertido al respecto los ponentes de Barcelona de que con solo cambiar los hábitos de consumo no cambiamos nada dada la tremenda presión que las multinacionales ejercen sobre todos los estamentos del engranaje para llevarse el gato al agua por lo que la presión política y social se hace cada día más imprescindible. Pero vosotros direis: ¿pero cómo podremos presionar nosotros pobres parias a semejante gigante?
Compañeros:
No pensemos en la derrota.
Un campo de batalla
es siempre impredecible.
El enemigo es grande,
pero el futuro nuestro.
(y además, los gigantes no existen;
tan solo son molinos de viento).
Gracias Amador.